ESTUDIO DE COHORTE HISTÓRICO
Haber tenido enfermedad renal en la
infancia aumentó cuatro veces el riesgo de enfermedad renal terminal. La
evolución es similar pese a que en la adolescencia la función renal se haya
normalizado.
Una historia de enfermedad renal en la
infancia - incluso si la función renal era aparentemente normal en la
adolescencia - se asoció con un riesgo cuatro veces mayor de enfermedad renal
terminal, lo que sugiere que la lesión renal o anormalidad estructural en la
infancia tiene consecuencias a largo plazo.
Así lo sugiere el estudio “History of Childhood Kidney Disease and Risk
of Adult End-Stage Renal Disease”(The New England Journal of Medicine; 378 (5);
Págs: 428 – 438; 2018), elaborado por investigadores del Ministerio de Salud de
Israel; la Hadassah–Hebrew University Braun School of Public Health y el
Departamento de Nefrología e Hipertensión del Meir Medical Center, entre otros
organismos.
Los investigadores partieron del dato de
que el riesgo a largo plazo asociado con la enfermedad renal infantil que no
había progresado a la enfermedad renal crónica en la infancia no estaba
aclarado.
La enfermedad renal crónica y la
enfermedad renal en etapa terminal (ESRD, por sus siglas en inglés) son
problemas de salud mundiales con una prevalencia creciente. La identificación
temprana de personas con mayor riesgo puede permitir intervenciones tempranas
que podrían reducir la incidencia de insuficiencia renal progresiva.
Por eso, los investigadores se propusieron
estimar el riesgo de futura enfermedad renal en etapa terminal (ERT) entre los
adolescentes que tenían una función renal normal pero con antecedentes de
enfermedad renal infantil.
Para eso se llevó a cabo un estudio de
cohorte histórico, basado en la población, a escala nacional en Israel, entre
1.521.501 de adolescentes israelíes que fueron examinados antes del servicio
militar obligatorio entre 1967 y 1997; los datos se vincularon con el registro
israelí ESRD. Las enfermedades renales en la niñez incluyen anomalías
congénitas del riñón y el tracto urinario, pielonefritis y enfermedad
glomerular; todos los participantes incluidos en el análisis primario tenían
función renal normal y no hipertensión en la adolescencia. Se usaron los
modelos de riesgos proporcionales de Cox para estimar la razón de riesgo para
la ERT asociada con un historial de enfermedad renal infantil.
Durante 30 años de seguimiento, 2490 personas desarrollaron enfermedad renal
terminal. El antecedente de cualquier enfermedad renal infantil se asoció con
una razón de riesgo para la ERT de 4,19 (intervalo de confianza [IC] del 95%,
3,52 a 4,99). Las asociaciones entre cada diagnóstico de enfermedad renal en la
infancia (anomalías congénitas del riñón y el tracto urinario, pielonefritis y
enfermedad glomerular) y el riesgo de enfermedad renal terminal en la edad
adulta fueron similares en magnitud (cocientes de riesgo ajustados
multivariables de 5,19 [IC 95%] 3,41 a 7,90], 4,03 [IC del 95%, 3,16 a 5,14] y
3,85 [IC del 95%, 2,77 a 5,36], respectivamente). Un historial de enfermedad
renal en la niñez se asoció con una edad más temprana al inicio de la ERT
(cociente de riesgo para la ERT entre adultos <40 años de edad, 10,40 [IC
del 95%, 7,96 a 13,59]).
Como conclusión, se halló que una historia de enfermedad renal clínicamente
evidente en la infancia - incluso si la función renal era aparentemente normal
en la adolescencia se asoció con un riesgo significativamente mayor de
enfermedad renal terminal, lo que sugiere que la lesión renal o anormalidad
estructural en la infancia tiene consecuencias a largo plazo.
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